La luz nunca es tan clara cuando se filtra a través del cristal;
el silencio, siempre como roca,
perfila tus segundos,
tiempo eterno que es el día.
La duda ha construido todo un templo
en el que, sumergida,
desciendes.
No temas el mostrarte,
no hay límites para la belleza,
el arte
no perece.
Lo plausible de la sensualidad
te recorre
enfrentándose a la inocencia
que esconden tus formas.
Asomarse
al riesgo del deseo
forma parte
del movimiento.
Lucha con la fuerza de tu vientre,
que es tu arma
y tu bandera.
No importa cuánto camines,
tu cielo estará esperándote
siempre que te reflejes en el viento.
Sarah Martínez